lunes, 27 de marzo de 2017

LA ANARQUÍA 1842-1844

Tras la muerte de Gamarra estalló un período de anarquía. Numerosos caudillos militares entablaron la lucha por el poder, desconociendo la autoridad de Manuel Menéndez, presidente del Consejo de Estado (cargo equivalente al de vicepresidente). Estos caudillos fueron el general Juan Crisóstomo Torrico, jefe del ejército del Norte; Antonio Gutiérrez de La Fuente, jefe del ejército del Sur; Domingo Nieto y Francisco de Vidal, quienes formaban parte del ejército del Sur, y el general Manuel Ignacio de Vivanco, quien anteriormente había encabezado en Arequipa la llamada “revolución regeneracionista” de 1841.
Resultado de imagen para la anarquía PERUTorrico derribó a Menéndez y se proclamó Jefe Supremo del Perú, el 16 de agosto de 1842. Mientras tanto, el ejército del Sur se pronunció en el Cuzco a favor del general Vidal, quien aceptó encabezar la lucha contra el usurpador Torrico, en su calidad de 2.º vicepresidente del Consejo de Estado. Las fuerzas de ambos rivales se enfrentaron en la batalla de Agua Santa, cerca de Pisco, el 17 de octubre de 1842. Torrico fue completamente derrotado y se vio obligado a partir hacia Chile. Vidal asumió la presidencia del Perú el día 20 de octubre y desempeñó su alto cargo con probidad y desinterés. Hizo cuanto estuvo a su alcance por remediar los males de la administración pública. Logró que disminuyera la deuda contraída por el estado y que gravara sobre las aduanas; también merece citarse su esfuerzo por mejorar la educación de la juventud; pero la anarquía política vino a frustrar sus planes. Tuvo que afrontar la revolución acaudillada por el general Vivanco, que se autoproclamó Supremo Director de la República, el 14 de febrero de 1843. No queriendo desatar una guerra civil, Vidal declinó el mando en Justo Figuerola, que era el 1.º vicepresidente del Consejo de Estado (15 de marzo de 1843). Figuerola asistió al día siguiente a Palacio y recibió de manos de Vidal la banda presidencial. Días después, el mismo Figuerola se vio obligado a arrojar dicha banda desde el balcón de su casa, a los vivanquistas que lo pedían a gritos, según lo cuenta Ricardo Palma en una de sus tradiciones (19 de marzo de 1843).
Vivanco, que denominó a su régimen como el Directorio, representaba al sector más rígido del conservadurismo peruano. Se rodeó de hombres cultos, implantando una especie de Despotismo Ilustrado, pues creía que el país progresaría con el imperio del orden sobre la libertad. Poco a poco, la popularidad con que fue encumbrado fue disminuyendo y el descontento se hizo notar rápidamente, puesto que todas sus actividades las desenvolvió en medio del lujo, con detrimento de la hacienda pública.
Atendiendo al descontento popular, en el Sur, más precisamente en Tacna y Moquegua, se sublevaron los generales Ramón Castilla y Domingo Nieto, en defensa de la constitucionalidad (1843). Se propusieron devolver el mando de la República a quien legítimamente le correspondía, es decir a Meléndez. Estalló así la guerra civil. Castilla y Nieto, al mando de milicias, derrotaron a las fuerza regulares del gobierno en los combates de Pachía y San Antonio. Para combatir a los rebeldes, Vivanco se trasladó a Arequipa, lo que fue aprovechado por el prefecto de Lima, Domingo Elías, para proclamarse Jefe de la Nación. Ante el peligro de que los vivanquistas comandados por el general José Rufino Echenique invadieran Lima, Elías preparó la defensa de la capital durante la llamada "Semana Magna" (julio de 1844). Finalmente, Echenique optó por no atacar, al darse cuenta que la guerra iba a decidirse en el sur. En efecto, cerca de Arequipa se trabó la sangrienta batalla de Carmen Alto, entre las fuerzas de Castilla y las de Vivanco. Castilla resultó ganador (22 de julio de 1844).
Después de la guerra civil, Castilla y Elías se pusieron de acuerdo y devolvieron el poder a quien constitucionalmente le correspondía: Manuel Menéndez. A su vez, éste convocó a elecciones, en las que triunfó Castilla.

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